El martes pasado fui al lanzamiento de Pino Solanas como candidato a presidente de la nación, realizado en el microestadio del Club Ferrocarril Oeste, ubicado en Caballito. Había unas dos mil personas que cantaban, tocaban algunos bombos, otros agitaban las manos o banderas, muy emocionadas y, por sobre todo, con una esperanza intacta de poder cambiar el país marcada en sus caras.
El grupo de jóvenes del partido, ubicados en la platea lateral izquierda del lugar, merecen un párrafo aparte, por su energía, sus cánticos constantes y ensordecedores, eran el futuro y el presente gritando constantemente, saltando, disfrutando de ser militantes políticos, una característica poco vista en la juventud argentina, lamentablemente.
Durante el transcurso del tiempo, fueron pasando dirigentes de distintos partidos políticos (Partido socialista auténtico, Movimiento socialista de los trabajadores, UCR intransigente, etc) pronunciando discursos cortos y superficiales, pero orientados siempre al respaldo de la candidatura de Pino. Claudio lozano, diputado nacional por la CABA, sobresalió, entusiasmado, dió un discurso a los gritos, casi fuera de sí, remarcando cada final de una oración con una potencia estruendosa.
Cuando irrumpió Solanas, el público estalló. Inexplicablemente, a pesar de los 35 grados centígrados de sensación térmica que había adentro del microestadio, Pino usaba un abrigo (saco, camperita, difícil de distinguir) blanco, y abajo, una camisa manga larga. Esto confirma que en Proyecto Sur no existe la figura de "asesor de imagen", o que, simplemente, Pino no tiene calor, nunca.
El cineasta propuso un discurso conciliador, llamando a integrar su coalición a cualquiera que así lo desee, sea cual sea su pasado político, mientras no tenga casos de corrupción en su historial.
Para quienes no sepan mucho de Pino, les recomiendo sus últimos documentales: Memorias del saqueo (2004), La dignidad de los nadies (2005) y Argentina latente (2007).
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