jueves, 4 de marzo de 2010

Surtido y variedad

El verano en el atlántico

El océano nos separa
pero acá, en una cuadra
en una cara en un arroyo
te puedo pensar al segundo
y los miles de kilometros
las miles de horas
mueren
son solo malos momentos
despiertos pero en el pasado
que esperan el momento
en el que pase la cuadra
cruze el arroyo
y desaparezca la cara
para arrastrarme de nuevo
a ese mar tormentoso
que es la realidad
mi verano está cruzando el atlántico
y no volverá


En mi tiempo

En mi tiempo, caminar por la calle duele, escribir es estar atado, debatir es aburrido y molesto. ¿Por qué aburre y molesta? no es divertido hablar de pobreza y parece mejor evitarla, para que no venga. Si pudimos crear para llegar a la luna ¿Por qué cuesta tanto crear concienca? ¿Provoca enfermedades?¿Chocan los intereres adversos?¿La democracia no nos devolvió la conciencia, o nunca la tuvimos?
Los aludes, las inundaciones, los incendios, los choques, no crean conciencia?¿Dónde se enseña la conciencia?¿en las calles, en los bares, en los cines?¿seremos concientes de la no existencia de la conciencia?¿nos habrán robado la conciencia? En ese caso nos hubieramos dado cuenta, lo habríamos denunciado, indignados, y ahí sí, hablaríamos por fin de la corrupción, del choque, de democracia, y haríamos todo lo posible para condenar a ese pobre ladrón inconciente.


Cruzados

Ahí viene lo inesperado, a cruzarse nuevamente en mi recorrido. Viene cargado de sonrisas, de caricias y de abrazos. Viene a poner los grados de calidez que faltan por estas latitudes. El viento no la trajo, pues este sopla para el lado contrario. El encuentro fue tumultoso pero desembocó en un intercambio de acercamientos milimétricos y románticos, los ojos bailaban un bals de recién casados, se sentían en ese regocijo tan calmo entre tanta gente alborotada.
Pero no podía ser tan limpio y perfecto este encuentro. Nuevamente la distancia, histórica enemiga del amor, se presentó y como acostumbra sentenció el destino de dos corazones. Aunque esto ahogó por completo cualquier intento de prolongación, los ojos dejaron de mirar para arriba, enfocaron hacia adelante y vieron al momento esperando ser disfrutado. Y así fue, no hubo tiempo para lamentos y las almas se comprometieron intrinsecamente a disfrutar el presente.
Corta fue la despedida, porque el dolor ya había caído, porque uno de los corazones era demasiado seco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario